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Ejecutado en Japón el “asesino de Twitter”: un caso de horror

Ejecutado en Japón el “asesino de Twitter”: un caso de horror

Japón ha ejecutado en la horca a Takahiro Shiraishi, el hombre de 34 años conocido mundialmente como el «Asesino de Twitter», por el asesinato y desmembramiento de nueve personas a las que contactó a través de redes sociales en un caso que sacudió los cimientos de la sociedad.

Takahiro Shiraishi, de 34 años, fue ejecutado por ahorcamiento en el Centro de Detención de Tokio, el pasado 27 de junio, según confirmó el Ministerio de Justicia. Como es costumbre en Japón, la ejecución se llevó a cabo en secreto y solo fue anunciada públicamente después de haberse completado.

Shiraishi fue condenado a la pena capital en 2020 por el asesinato de nueve personas —ocho mujeres y un hombre— con edades comprendidas entre los 15 y los 26 años, en un lapso de solo dos meses durante 2017.

El modus operandi de Shiraishi le valió el macabro apodo de «Asesino de Twitter». Utilizando un perfil cuyo nombre se traducía como «verdugo» o «ahorcador», buscaba activamente a usuarios, en su mayoría mujeres jóvenes, que publicaban mensajes expresando pensamientos suicidas.

Su perfil contenía un mensaje engañosamente empático: «Quiero ayudar a la gente que está realmente sufriendo. Por favor, envíenme un mensaje directo en cualquier momento». Con promesas como «muramos juntos», las atraía a su pequeño apartamento en la localidad de Zama, cerca de Tokio, que se convertiría en una casa de los horrores.

Una vez allí, violaba a las víctimas femeninas y las estrangulaba. También asesinó al novio de una de las mujeres para silenciarlo.

El caso salió a la luz en octubre de 2017, cuando la policía, investigando la desaparición de una joven de 23 años, llegó al apartamento de Shiraishi. Lo que encontraron superaba cualquier ficción: dentro de neveras portátiles y cajas de herramientas, hallaron partes de cuerpos humanos desmembrados, rociados con arena para gatos en un intento de ocultar el olor de la descomposición.

Durante el juicio, la defensa de Shiraishi intentó argumentar que las víctimas habían consentido su muerte, buscando una sentencia reducida por «asesinato con consentimiento». Sin embargo, el tribunal rechazó rotundamente esta afirmación. El propio Shiraishi admitió haber cometido los crímenes para satisfacer sus «deseos sexuales y financieros».

El juez calificó sus actos de «astutos y crueles», afirmando que Shiraishi se había aprovechado de individuos «mentalmente frágiles» y había violado su dignidad.

«Este caso causó una gran conmoción e inquietud en la sociedad, con la pérdida de nueve preciosas vidas humanas en un lapso de dos meses por las razones extremadamente egoístas de satisfacer sus propios deseos sexuales y financieros», declaró el Ministro de Justicia, Keisuke Suzuki.

El caso de Takahiro Shiraishi es una aterradora manifestación de cómo las plataformas diseñadas para la conexión pueden ser instrumentalizadas por depredadores para explotar la vulnerabilidad. Su ejecución no solo cierra un capítulo oscuro para las familias de las víctimas, sino que también reaviva el intenso debate en Japón y en el mundo sobre la pena de muerte, la seguridad en línea y la necesidad de un mayor apoyo a la salud mental en la era digital.

La Verdad Yucatán

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